Producto de la unión de dos fuerzas, el taller ha sido desde su inicio un lugar en el que coinciden intensidades vitales, creadores a quienes las imágenes les atraviesan y seducen por sus procesos de construcción, su reproducción material, el compromiso político que traen consigo y por esto la necesidad de circulación. Dos fuerzas entraron en contacto para activar las potencias del acto gráfico, de la multiplicación y la divulgación hace cuarenta años y, aún hoy, estas dos fuerzas acogen y hacen posibles entre las montañas de Colombia junto con los maestros impresores, libros de artista, poesía, obra gráfica de hacedores locales y latinoamericanos, de interlocutores con quienes establecer diálogos y colaboraciones, ejecutar los procedimientos y así las formas que trae consigo toda materialización de la potencia gráfica de ser uno y ser múltiple a la vez. Las técnicas que se actualizan gracias a los usos que de ellas hacen los artistas y escritores junto a quienes hemos trabajado, ha sido una de las certezas que nos permite seguir con las manos activas y la mirada atenta, viviendo en muchos lugares a través de ejemplares, cuestionando las narrativas y sumando nuevas letras, aprendiendo del hacer de los otros; en Arte Dos somos muchos y ahora que nos leemos a través de la sumatoria de años, pigmentos, huellas y superficies transformadas, podemos decir que somos únicos.
