Santiago Parra
Bogotá – Colombia
1986
Estudió Letras en la Universidad Nacional de Colombia, seguido de una educación artística en la Universidad de los Andes en Bogotá. Posteriormente en la Academy of Art University, San Francisco, estudió Bellas Artes donde también aprendió sobre Cine y Televisión.
Parra es conocido por sus pinturas en blanco y negro grandes, abstractas y muy expresivas. Sus lienzos capturan la planitud suspendida de la imaginería caligráfica, armonizando dos momentos estéticos aparentemente incompatibles: la espontaneidad y la reflexión. Ambos moldeados por el movimiento, la fuerza, la gravedad y la habilidad del proceso creativo del artista colombiano.
Explora las posibilidades expresivas de la forma abstracta por excelencia. De manera audaz redefine las estructuras abstractas con audaces pinceladas escultóricas. Su trabajo es tanto una exploración estética como un cuestionamiento de la esencia de la creación de imágenes abstractas.
EXPOSICIONES
JD MALAT GALLERY
Black Matter, 2021
St. Moritz – Suiza
MADISON GALLERY
Archetype, 2020
Solana Beach – California – Estados Unidos
GALERÍA SEXTANTE
Monumental, 2018
Bogotá Colombia
TEXTOS
DEL CUERPO Y LA PINTURA por Sara Barbosa
Pintar es recorrer, dejarse vulnerar por la acción.
La pintura se vuelve registro y acumulación de gestos.
Es capa tras capa de confrontación, accidente, circunstancia y azar.
La acción detrás del lienzo está aún latente y vibrando en lo que vemos.
Entramos en linderos difusos entre la bidimensionalidad y el registro de un acto performático.
Movimiento congelado en el tiempo, materia quieta en el momento.
El color como estela de esa acción, nos recuerda el baile irrepetible hecho frente a ese lienzo.
Es en ese fluir que se cedió el control al movimiento, que encontramos un enamoramiento por el gesto con plena seguridad en él y sin prejuicio, sin dubitar en el resultado.
Si pensamos ahora en dibujo por otra parte, podemos pensar la línea como medida y límite. Viendo esta obra vemos que es un caso especial ya que nos enfrentamos a imágenes que están tanto en el dibujo como en la pintura.
Ver la obra como registro de un gesto a través de la pintura, es poder entender el ritmo detrás de cada trazo como una danza única que nos permite sumergirnos en el pintor, en un momento específico de su mundo.
Se sienten como signos previos a la escritura, a un lenguaje desconocido, un lenguaje ritual propio.
Exige pues poder darse puro al medio, dejar las experiencias y recuerdos a un lado para mantener la frescura del instinto y permitir que el conocimiento encarnado en el cuerpo se manifieste.
Las imágenes nos hablan llamando a sensaciones arquetípicas de las formas, buscando en el trazo, el gesto y la composición generar un lenguaje, tal como lo hicieron alguna vez los sonidos para crear palabras y las palabras poesía.
LA FUERZA DEL SIGNO por Gustavo Zalamea
¿Cuál es el móvil de Santiago Parra, joven pintor en acción? En el horizonte de fondo se pueden entrever los grandes movimientos expresionistas del siglo XX. Y antes, el impulso hacia la absoluta espiritualidad de la gran cultura japonesa: Al ver por primera vez su trabajo hace algunos meses, apareció, nítido, el cangrejo del cuento, el cangrejo más perfecto jamás dibujado, hecho en un solo instante iluminado por el artista- ¿zen?-, a pedido del emperador.
Esta es una pintura excesiva y paradojal, proyectada para grandes escalas. Parece que el lienzo fuera, para Santiago Parra, un lugar de purificación y regeneración, un territorio fuerte y propicio para el gesto pictórico cargado de materia y lleno de energía, despojado de cualquier elemento distractor. Como si la pintura se concentrara en sí misma, ajena a preocupaciones externas, desprendiéndose libremente del fondo que la contiene (¿se podrían prever múltiples desarrollos en la gráfica y la escultura?).
Cada gesto dibuja un gran signo abstracto y estos signos- emparentados lejanamente con Kline y Hartung- no dan tregua: Al partir de cero, la acción toma un ritmo particular, aunque la sólida estructura permanezca sosteniendo la forma, una gráfica del movimiento. Como en una nota musical desmesurada y congelada en un tiempo inmutable, los signos tienen sus ritmos propios, intensos y vitales.
Esta pintura “negra” se desarrolla dentro de una poética de la rapidez y la exactitud, de una simplicidad que introduce la materia como un componente esencial incorruptible. Puede que algunos signos lleguen a tener sentidos íntimos o de otro carácter, puede que sean más pequeños, variados y delicados, puede que se dispongan en series abiertas a narrativas, pero por ahora, dentro del sistema de esta poética sensible, se limitan a existir, resistiéndose a cualquier interpretación. Sin intención mistificadora (no parece que Santiago Parra crea en lo sublime, y sin embargo….) y quizá sin saberlo aún, Santiago Parra realiza una acción política: escoger la pintura en estos tiempos es una decisión fuerte, y afirmar, el poderío de su naturaleza abstracta e informal resulta aún más difícil. Es temprano para saber que vendrá más adelante, pero este es un camino inaugural abierto a múltiples exploraciones y hallazgos.