Lorenza Panero

Nueva York, Estados Unidos, 1959

Lorenza Panero  es una artista colombiano-americana multidisciplinaria que trabaja en fotografía, pintura, escultura e instalación. Actualmente divide su tiempo entre sus estudios en Bogotá, Colombia y Nueva York. Su trabajo se destaca en varias colecciones de arte públicas y privadas.

Panero fija imágenes de realidades que son impermanentes, contenidas en el tiempo y el espacio invisibles, que existen solo tal como las captura y registra el artista. Como tal, Panero trabaja en un paisaje ficticio, el resultado de una exploración de toda la vida de nuestra relación con el entorno natural y construido, al tiempo que genera una tensión entre la abstracción y el realismo que es parte integral de su trabajo.

Dentro de un contexto fotográfico, la obra de Panero pasa de los fotogramas de sombra a los luminógrafos de luz. Si bien la fotografía permanece firmemente identificada como un registrador de la verdad, de hecho ha evolucionado hacia la imaginería del deseo. La visualización del paisaje de posibilidad y limitación representa una geografía de la realidad emocional. A través de lo que solo puede describirse como una actuación secreta, en un cuarto oscuro a oscuras, el acto físico de construcción replica los elementos de cambio e inercia que dan forma a nuestra experiencia.  

Lorenza Panero trabaja para hacer tangible lo invisible a través de un proceso de múltiples capas que yuxtapone imágenes identificables y abstractas para describir paisajes interiores y geografías espirituales.


EXPOSICIONES

GALERÍA SEXTANTE
Estructuras de aire, 2016
Bogotá Colombia

TEXTOS

Lorenza Panero según David Manzur

EL LIBRO LUMINOGRAFÍA QUE RECOGE LA OBRA DE LORENZA PANERO, ENTRE 1991-2005, LLEVA UN PRÓLOGO DEL MAESTRO DAVID MANZUR. FRAGMENTO ESENCIAL.

Hace tiempo vi por primera vez la obra de Lorenza Panero y sentí gran curiosidad por el efecto cromático y la luminosidad con que la artista expresa sus formas. No tuve en ese entonces la oportunidad de entrar más a fondo en el análisis de una obra cuyos efectosvisuales me inquietaron sobremanera. A primera vista ubiqué su trabajo dentro de lo que sería una expresión abstracta no desligada de elementos convencionales (flores, paisajes subacuáticos, aves y todo aquello que uno almacena en la memoria pero que desdibuja con el tiempo). Más tarde me acerqué a la artista con la curiosidad de un simple espectador que quiere encontrar lo que las palabras no pueden explicar. Y como era de esperarse, sus palabras me hablaron de su oficio pero no de su concepto.

¿Qué había detrás de esos efectos lumínicos que me inquietaban? Sus palabras me sirvieron para entender un oficio relacionado con el mundo de la física y la química no desligado de los elementos de la fotografía pero sin el recurso tradicional de cámaras y procesos de laboratorio formal. Lorenza me habló entonces de luminografías. La palabra me sonó tan bella como bellas son sus obras. Cuando la artista las expuso en la galería que tiene en Bogotá el Instituto de Cultura de Brasil, pude ver a plenitud varias de las obras que, muy bien montadas, se ofrecían al espectador con una luz tal que en mi memoria quedó grabada la sensación de haber entrado en una catedral gótica o estar sumergido entre algas y corales o quizás perdido en una selva fantástica de la que no hubiera querido salir.

El encuentro con esta obra que tenía para mí un carácter reflexivo me impulsó a querer saber más no sólo por su aspecto visual sino también por lo que podía tener de «contenido» para llegar a tales resultados.  Invité a Lorenza a mi casa y durante unas horas indagué, como un detective, acerca de sus procesos, y logré adentrarme en lo imponderable que tiene la artista como punto de partida para alcanzar determinados efectos.

El cómo se logra un planteamiento, la parte que se puede expresar en palabras, fue la base para escuchar de la propia Lorenza todo lo referente a su oficio o proceso. No sólo entendí lo fascinante de este lenguaje sino que además encontré para esta obra un puesto en la contemporaneidad. Encontré que su trabajo no está lejos del expresionismo casi abstracto, pues Lorenza no renuncia a sugerir realidades aunque no las represente directa mente. En este aspecto ella sigue esa sutil postura del arte oriental, especialmente la que se ve en Saito o Kasuya Sakai, artistas que bajo los principios de la filosofía Zen toman elementos de la naturaleza y los transforman en metáforas visuales mediante la acción gestual del pincel o añadiendo elementos concretos que a manera de collage aportan formas para enriquecer la composición. Por un lado, Lorenza juega con la luz sobre placas sensibles interponiendo, creo, sus manos para conseguir todos esos matices de gamas infinitas. Por otro lado agrega cosas casuales que interfieren la luz y se transforman en un sinnúmero de elementos que complementan la composición (botones, trapos, hilos y mil cosas). El resultado es un juego de luz, color y forma de múltiples variaciones. No está lejos, además, de los informalistas que usaron elementos de desechos como la basura o la chatarra para enriquecer la composición en sus espacios bidimensionales o tridimensionales. Por ahora ella no se separa del plano bidimensional, pero no es aventurado predecir que en virtud de la riqueza de posibilidades de su técnica, en un futuro salte al volumen para conseguir una dimensión más a estos estupendos planteamientos.

Cuando aparece en el plano cultural un artista que como Lorenza se aparta en cierta manera del proceso formal de la pintura yse expresa con un oficio diferente, es posible sentir ciertas reservas ante las características de su técnica (procesos de llaboratorio, láminas de cibachrome, use de químicos, etcétera. En este punto me quiero detener para hacer un resumen de lo que es el artista y su medio de expresión.

Desde que Marcel Duchamp a principios del siglo XX con su manifiesto dadá encontró en el anti-arte una manera de romper las formas tradicionales, abrió la puerta para que la experimentación fuera más importante que las reglas de academias y escuelas que en cierto modo frenaban la evolución del arte, y por ello el siglo XX fue el de la experimentación con toda clase de propuestas y movimientos que se constituyen en la modernidad, siendo desde luego su máximo exponente el español Pablo Picasso. En otras palabras, para míPicasso es el pintor del siglo XX y con él tenemos toda clase de propuestas hasta llegar a la pintura abstracta de la posguerra. A partir de ahí, ya en los comienzos de los años sesenta el readymade de Duchamp se diversificó a tal punto que bajo lo conceptual todo es posible. Y lo es a condición de que haya talento, y medirlo no es fácil. Ni siquiera una obra lograda lo garantiza, ya que cualquiera puede tener los «diez minutos» de talento. De ahí que la extravagancia y la creatividad se parezcan y aparezcan juntas, pero la creatividad es el resultado de toda una vida de dedicación que sabe de dónde viene y a dónde va, mientras que la extravagancia no pasa de ser, en el mejor de los casos, un golpe atractivo pero sin contenido ni continuidad. Vemos cómo happenings se transforman en performances, y espacios ambientales en instalaciones, esculturas de ocho metros cúbicos de aire y pinturas tan formales que prolongan lo que los grandes pintores no terminaron, todo esto en simultaneidad, y como si fuera poco difundido por los medios de comunicación a sociedades no siempre preparadas culturalmente. Con todo, hay verdaderos aciertos con resultados maravillosos en estos planteamientos, casi siempre antagónicos pero perfectamente válidos.

Para un artista contemporáneo no es fácil encontrar un camino ya que son muchas las posibilidades por desarrollar. Sin embargo llega un momento en que limita la búsqueda para profundizar y es ahí cuando veo la aparición del estilo, condición indispensable de talento que permite toda clase de variantes mientras persigue una meta que nunca llega… y que nunca debe llegar, pues la vida del artista, por larga que sea, siempre será corta para alcanzar lo que se propone.

Volviendo a Lorenza, he encontrado en su obra el resultado visual de un mundo onírico, mágico y misterioso realizado con medios no convencionales, no libres de los peligros que tales medios encierran por la cantidad de efectos que pueden distraer lo esencial de su propuesta y que aportarían brillos, colores y luces innecesarios. Pude ver una gran muestra de sus obras y comentarlas con ella. Vi posibilidades envidiables, pero las másinteresantes fueron aquellas en que ella misma me mostraba como puntos de partida para resultados más sobrios y coherentes en sus próximos pasos. No dudo de que en Lorenza Panero hay una sensibilidad exquisita y que ha encontrado el medio perfecto para realizar su obra, como tampoco dudo, por su dedicación, de que es una artista que sabe a dónde va y que está en el camino correcto.

Cuando veo sus luminografías pienso que ella se transforma en lo que pinta. Si es un bosque, ella es el bosque; si es una mariposa, ella es la mariposa… Es flor, es pez, es agua, y si le da la gana de pintar el viento, su mano es el viento…

Tomado de la Revista Diners No.427, octubre de 2005

La magia del cuarto oscuro

Por María Cristina Pignalosa

La obra fotográfica de Lorenza Panero no representa el mundo, tampoco pretende reproducir la realidad; su propuesta está relacionada con lo pasajero, la fragilidad y la memoria. Son formas libres que la artista trabaja en la novedosa técnica de la luminografia, a la cual le ha dedicado 15 años de investigación.

Con esta técnica busca un nuevo camino para expresar se apropiándose de medios tecnológicos y empleando los ya conocidos de una-manera diversa, manipulando la luz, los elementos y el papel donde queda impresa su obra.

Una parte de los trabajos que ha realizado en estos tres lustros los agrupó en un libro que ella misma diseñó. La publicación contó con el apoyo de Camilo Sánchez, presidente de Zetta, quien supervisó con ella toda la impresión. La publicación se hizo con el patrocinio de Seguros Bolívar.

La edición consta de mil ejemplares. Contiene un texto del artista David Manzur, quien percibe el oficio de Panero como: «El resultado visual de un mundo onírico, mágico y misterioso realizado con medios no convencionales, no libres de los peligros que tales medios encierran por la cantidad de efectos que podrían distraer lo esencial de su propuesta y que aportarían brillos, colores y luces in necesarias a lo esencial.

«Pude ver una gran muestra de sus obras y comentar las con ella… vi posibilidades envidiables, pero las más interesantes fueron aquellas en que ella misma me mostraba como puntos de partida para resultados más sobrios y coherentes en sus próximos pasos a seguir».

En su trabajo artístico, Panero alude a lo perecedero de la memoria. Sus obras las describe como mapas mentales. Lo que intenta es reproducir la emoción. Su trabajo no tiene un interés narrativo, más bien, asegura: «Pretendo capturar el interés del espectador para que cada cual genere su propia narrativa, frente a mi obra».

Su historia

Panero enfatiza la capacidad de registro que tiene la memoria humana para grabar momentos pasados y, con igual fugacidad a como pasaron, traerlos instantáneamente al presente con la misma fuerza.

Nació en Nueva York. Estudió diseño en el Rhode Island School of Design y posteriormente cine y fotografía en el Hunter College de la Universidad de Nueva York.

Ha realizado nueve muestras individuales en Bogotá, Miami y Nueva York y ha participado en 36 exposiciones colectivas dentro y fuera del país. Su obra figura en colecciones como la de la Universidad Internacional de Miami, la Federación de Cafeteros de Colombia y el edificio Icon de Philippe Starck en Miami, entre otras.

Tomado del periódico El Tiempo, 20 de septiembre de 2005