Máximo Flórez Ramírez
San Joaquín, Colombia, 1951
Máximo Flórez, es ante todo un artista que siempre ha caminado por el sendero de la auténtica búsqueda, sendero éste donde los logros son difíciles de hallar, porque significan lo permanente en el arte, allí no existen complacencias, ni fáciles entregas. Por estas circunstancias su obra siempre respira verdad y por lo tanto sus resultados se sitúan en los términos que definen lo verdaderamente válido del arte colombiano”
[1] Manuel Hernández, en Máximo. Los vigilantes del Dorado (Bogotá: Luis Pérez Galería, 1990)